miércoles, 31 de julio de 2013

Confidencias de una camarera


Me llamo Aurora , soy madrileña y estoy haciendo un máster en psicología social. Analizamos comportamientos y percepciones que nos ayudan a entender mejor a la gente.
Este año como todos sabéis,  las becas las han reducido y en consecuencia mi presupuesto .  Hace unos meses que he  empezado a trabajar por las tardes en la cafetería de la estación para pagarme los estudios.
La cafetería esta bien ubicada, tienen muchos clientes, viajeros que van y vienen, y residentes de la zona que pasan por ahí o que utilizan el tren de cercanías para ir al trabajo.
"Estoy con este trabajo poniendo en practica los conocimientos que he aprendido en la universidad aunque sea detrás de la barra"
Para serles honesta, les diré que falsifique mi currículo para que me dieran el puesto. No tengo ninguna experiencia como camarera pero me esmero cada día  atendiendo a la gente, soy  rápida, agradable y siempre sonrío.
Cuando limpio las mesas y preparo la barra, me gusta observar a los clientes e imaginarme sus vidas. Inmediatamente y de forma inconsciente comienzo a  analizar sus comportamientos.

Una tarde, creo que era jueves, había algo de revuelo en el café porque se jugaba  por la noche un partido de futbol . Vi  llegar a un caballero, me llamo la atención porque iba impecable,  llevaba sombrero a juego con la bufanda y parecía  muy elegante. Me pidió un café con educación y  una sonrisa,  mientras le servía comenzó a leer un libro, me pareció una novela de García Márquez.


Al rato llego una señora y se sentó con él,  me acerque rápidamente a la señora para preguntarle si le apetecía tomar algo. Presumí que era su esposa por su edad y la confianza entre ellos. Conversaban como cualquier pareja. Estuvieron un par de horas y se fueron.
Unas dos o tres semanas después, le volví a ver acompañado con otra señora, sus risas y su complicidad me hicieron pensar que esta también podría ser su mujer o que hubiera una relación entre ellos. Llevaban libros y parecían comentar a los autores. Esa tarde había muchas mesas que atender así que no les pude observar por mucho tiempo.
No le di mucha importancia al asunto, ni más rienda a mi imaginación y lo olvide.
A la semana siguiente,  el caballero vino de nuevo con otra mujer, mi compañero les atendió mientras yo limpiaba  las mesas que habían al lado.
Esta vez no pude dejar de fijarme en la mujer, parecía estar radiante, tenía una luz especial en su mirada, era mas joven que las anteriores y parecía enamorada,  ambos  reían y compartían miradas, gestos y confidencias. 
De nuevo volví a apreciar en el caballero la misma complicidad que había visto con las otras dos mujeres anteriores.
Empecé a limpiar la cristalera que  estaba cerca de la mesa que ellos ocupaban, me dedique a observarlos con detención, aunque con disimulo, eso sí, les vi que se rozaban como novios y de vez en cuando se cogían las manos.
Esta vez en esa mesa no se compartían palabras como con la primera mujer, ni libros como con la segunda, con esta tercera   se compartían miradas, gestos y silencios.

No pude evitar sentir un escalofrió  por dentro. En un primer momento me hubiera gustado haber sido valiente y haber ido y hablado con la mujer durante unos minutos.
Pero después de unos segundos de reflexión, me di cuenta que  ya era tarde y que nadie podría inmunizarla de los efectos  de Cupido, sus flechas ya estaban clavadas.
Así que no podría  hacer nada para evitar que su corazón se rompiera en pedazos.
"Un día ella sola descubriría  que hay hombres que no saben decir que no y que son caballeros porque nunca cuentan nada de las otras"

¿Crees que hizo bien la camarera o debería haber hablado con la señora?